El cuento que elegí ilustrar: "La tía Angélica"
Muestra en la casa de la lectura
Ilustración para la muestra del Taller de libro ilustrado de Mónica Weiss
Se puede ver hasta fines de febrero en la Casa de la Lectura.
Aquí, algunas fotos:
Libro: "Una mañana de julio"
Libro: "Una mañana de julio" Cuentos para no olvidar
Editado por Comisión Memoria Ilustrada del Foro de Ilustradores y Espacio Arte AMIA
Aquí mi ilustración del cuento "Preguntas" de Canela |
Ilustración expuesta en el Centro Cultural Recoleta en la muestra del Foro de Ilustradores |
Preguntas
A Marta Schneider
-¿También vos fuiste pequeña bobe?-
Oh…si pero hace tanto tiempo tiempo
-¿Y tu bobe, también contaba cuentos?
A ver…estábamos tristes, encerrados,
en un lugar muy gris con mucho miedo.
Ella me recordaba los colores de afuera
Mientras cosía en su abrigo gastado
una estrella amarilla
El azul del lino florecido,
el verde de la gramilla
las cerezas de a dos
para colgar su rojo en las orejas
Yo me sentaba a su lado
imaginando lo que no sabía
soñando que podría
correr por esos prados.
No tenía estos libros que nos hablan
De lobos feroces en la nieve
Y princesas encerradas en su torre
Me cuenta esto mi bobe
con una voz tibia y redonda
que acaricia el final del largo día.
¡Ahora a dormir, taiere einikl
tengo preparar para mañana
Vareniques de de papa.
Con cebollitas doradas.
No hubo mañana.
Para tantos, para
mi.
El mundo se volvió
gris.
A las nueve
Después del desayuno dijo:
-Voy a la Amia-.
Me gustaba la palabra
Amia – amiga – mía
Siempre iba a hacer algo
Y volvía muy contenta
De ese mundo cercano
que le pertenecía
No regresó la bobe al mediodía
Un
estallido feroz de tantos lobos,
un
estruendo de torre que caía
afuera de
los cuentos.
Gritos, gritos y sirenas
gente llena de polvo que trepaba
sin creer lo que veía
una montaña de pena
abrazos lágrimas y lágrimas.
Tardé en saber
Mi bobe ya no volvería
Esos ojos azules con aguïta
Esas manos que amasaban Kijalaj
con semillas de amapola
Esa voz redonda y mía
No volvería
Pasaron muchos años
sin justicia
No se si puedo perdonar
Ij ob keinem nicht faint
No se si entiendo
Pasará y pasará el tiempo
Cuando mis hijos me den nietos
¿Podré yo repetir historias,
con aquellos colores de la elter
bobe?
Encerrada con su einikl
tan pequeñita
en un lugar muy gris.
Me duele el corazón cuando recuerdo
me pregunto porqué y no encuentro
no encuentro respuestas.
Si estuvieras aquí
Bobe querida
¿Vos que dirias?
Canela
Libro "Aguafuertes porteñas de Roberto Arlt" 10 textos ilustrados por 280 artistas
Aquí se publicaron las ilustraciones de la Muestra que se realizó en el Centro Cultural Recoleta en febrero del 2012. |
Me tocó ilustrar el texto "Me acuerdo de Don Esteban" |
El libro fue editado por la Comisión Arlt del Foro de Ilustradores con el apoyo del Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y las Ciencias del Ministerio de Cultura del GCBA. |
Me acuerdo de Don Esteban
Hace una purreteada de días que tengo ganas de escribir sobre Don Esteban; y siempre aplazando el tema.
No sé si vive o ha muerto. Tendría cincuenta años cuando yo tenía siete.
En
verano e invierno usaba siempre camiseta de franela. Estaba "quebrado".
Sabía yo que aquello era una enfermedad, y suponía que la quebradura de
don Esteban debía estar en el lugar donde se fajaba, pues este lombardo
gastaba una faja negra que daba varias vueltas a su robusto corpazo, y
un sombrero abollado con el ala sombreándole la frente.
Se dedicaba a labores agrícolas; siempre andaba ensarmentando las parras o podando los durazneros.
El
campo le tiraba. Desaparecía de tiempo en tiempo, y de sus
desapariciones sólo llegaba yo a saber que estaba en Haedo, en una
chacra de Haedo.
Y
tanto oí hablar de ese Haedo, que Haedo era para mi imaginación
infantil, lo que las columnas de Hércules para los hombres de la
antigüedad. El límite del mundo conocido.
Lo que hacía
Don
Esteban hacía de todo. En su casa tenía parras, y podaba las parras;
recolectaba la uva, compraba "pasas" y en unos toneles grandotes
fabricaba un vino "casero"; un vinillo dulzón y diabólicamente
embriagador, pues recuerdo que una tarde me recosté bajo la espita y
comencé a beber hasta que se me infló el estómago, y luego salí viendo,
en visiones, un montón de macanas. Luego, para desemborracharme, me
dieron una soberbia paliza.
Don Esteban era aficionado a cebar pavos; y en el rincón del gallinero tenía una
conejera. Fumaba en pipa, y cuando se le rompía la bolsa de tabaco, fabricaba otra con
una vejiga de cerdo. Además, fabricaba excelentes boquillas con las patas de una liebre.
Más actividades
No
se conformaba con ésto. Cuidaba un terreno que daba a espaldas de una
fábrica, y la lonja de tierra estaba maravillosamente sembrada. Las
rayas de cebollas alternaban con las de repollos; la lechuga con la
espinaca. En un rincón, ocultas de la visión de los inspectores
municipales, había un plantel de plantas de tabaco, por las que
circulaban unos hediondísimos insectos verdes; y luego un gran espacio
completamente
consagrado
al orégano, y cierto arbusto aromático que él cortaba por la raíz y en
grandes manojos lo vendía en una carnicería que estaba junto al
corralón.
Silencio
Cuando
había terminado de trajinar la tierra, don Esteban se sentaba entre los
altos tallos verdes de cebollas, y se quedaba mirando el cielo azul
entre los claros de los
eucaliptos. No hablaba casi palabra.
Cuando
yo y el hijo hacíamos excesivas burradas, volvía la cabeza y luego se
sumergía en su meditación, mientras el agua corría lentamente a sus pies
por los canales, cuya corriente orientaba con un poco de tierra que
acumulaba con la pala.
¿Por
qué me acuerdo de estos detalles? No sé. Pero a medida que pasan los
años veo en don Esteban a un hombre de cuyo tipo existían muchos en esta
ciudad en formación. Un semitipo de campo, es decir, un hombre de la
orilla de la ciudad, donde ralean las casas y comienzan las quintas
(...)
Y
sobre todas las cosas, un enamorado de la vida rural. Me acuerdo que en
aquella época el litro de vino valía nueve centavos, sin embargo, él
fabricaba su vino, y lo cataba con religiosidad, como si fuera la sangre
viva de la tierra. Casi me atrevería a
jurar que ese hombre, que no sabía leer ni escribir, fue el primer poeta verdadero que he
conocido.
Roberto Arlt
Muestra del Foro de Ilustradores en la Feria del Libro Infantil
"Al
quedar sola la muchacha, presentóse el enanito por tercera vez y le
dijo:_¿Qué me das si también esta noche te hilo la paja?_
_Ya no me queda nada para darte_respondió la muchacha.
_Entonces prométeme que, una vez que seas reina me darás tu primer hijo._
"¡Quién sabe cómo han de ir las cosas!" pensó la molinerita y, ante el apuro en que se hallaba prometió lo que se le pedía, a cambio de lo cual el hombrecillo le transformó la paja en oro por tercera vez.
Pueden ver la muestra completa acá
http://muestrahermanosgrimm.blogspot.com.ar/
_Ya no me queda nada para darte_respondió la muchacha.
_Entonces prométeme que, una vez que seas reina me darás tu primer hijo._
"¡Quién sabe cómo han de ir las cosas!" pensó la molinerita y, ante el apuro en que se hallaba prometió lo que se le pedía, a cambio de lo cual el hombrecillo le transformó la paja en oro por tercera vez.
(Fragmento del cuento "La hija del molinero"Rumpelstilzchen, de los Hermanos Grimm )
http://muestrahermanosgrimm.blogspot.com.ar/
Abuela y nieta
Pruebas de abuelas con nietas para la ilustración del cuento "Preguntas" de Canela.
La obra terminada la podrán ver en el mes de Julio, en el Centro Cultural Recoleta en la muestra "Memoria Ilustrada" organizada por la AMIA.
Tarde de firmas en la Feria del Libro
La "Maga Inés" nos reunió en la 38ª Feria del Libro :
Aquí, con Mercedes Pérez Sabbi, firmando y dibujando ejemplares para los que se acercaron al stand de "Crecer Creando".
La narradora Verónica Álvarez Rivera, convocó a los más chicos para compartir algunos fragmentos del libro.
Aquí, con Mercedes Pérez Sabbi, firmando y dibujando ejemplares para los que se acercaron al stand de "Crecer Creando".
La narradora Verónica Álvarez Rivera, convocó a los más chicos para compartir algunos fragmentos del libro.
Aguafuertes de Arlt ilustradas en el Centro Cultural Recoleta
LIBRO DE LAS COLECTIVIDADES
Les muestro con alegría, la ilustración publicada en el hermosísimo libro de las colectividades en el que tuve la suerte de participar.
El cuento que ilustré fue "Amona Blasi y su cachorrito", que es una adaptación de un cuento enviado por la colectividad vasca para el proyecto.
Fue realizado por la Dirección General de Relaciones Institucionales del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a partir de cuentos, historias, leyendas y canciones de 50 colectividades que conviven en la ciudad.
El cuento que ilustré fue "Amona Blasi y su cachorrito", que es una adaptación de un cuento enviado por la colectividad vasca para el proyecto.
Fue realizado por la Dirección General de Relaciones Institucionales del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a partir de cuentos, historias, leyendas y canciones de 50 colectividades que conviven en la ciudad.
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